—Me parece perfecto, pero no lo aparente. Su plan era atarlo a un árbol que quedase más allá del viejo cortafuegos construido por el Servicio Forestal. Pero si a alguno se le ocurría colarse en el otro lado, le pegaba un tiro. Tendría antecedentes, pero eso en las colinas era lo de menos, sobre todo cuando te dedicabas a vender cerveza a borrachos. Pese a no tener coartada, la señora Howorth quedó absuelta y la muerte de su marido se consideró accidental. Zeph era el más pequeño y su madre le enseñó todo lo que sabía sobre el bosque, lecciones que ella había recibido a su vez de su abuela: de la hierba carmín se pueden comer las raíces, pero no las bayas; hay que cultivar siempre con vistas a que las plantas florezcan en luna nueva y dejar que las calabazas de peregrino se congelen dos veces para que la cáscara se endurezca. —dijo Hattie. Jimmy gruñó al intentar incorporarse. —¿En qué condado estamos? Su experiencia con mujeres se limitaba a una prostituta coreana, y aun así fue estando ebrio, aunque no lo bastante para involucrarse del todo. —Tengo entendido que Beanpole está dejando lo de los perros culebreros. Válido hasta el 8 Enero 2023. —Era más pequeña. —Siempre está así —dijo Rhonda, la voz imbuida de un orgullo soterrado —. Estaba afilando el cuchillo Ka-Bar cuando Rhonda salió y se sentó a su lado. Era una broma muy buena, la mejor, y se la había metido doblada. El bebé quería mamar y Tucker salió de la cocina. —dijo Beanpole—. —No le da ni pizca de miedo. Hattie avanzó despacio con los brazos extendidos y las palmas abiertas hacia arriba para dar a entender que no representaba ninguna amenaza. —Ayuda con los pequeñajos —añadió. —La única manera de salir vencedor en una de esas peleas es no mostrar el cuchillo. chapa de aluminio como tal no hay, ya que necesita por seguridad partes de acero.una chapa sencilla que funcione bien de llave normal cuesta desde $300 a $500 una chapa de seguridad con pasadores y llave de domino (la que tiene puntos) o llave tetra (la de cuatro filas de dientes) cuesta desde $1500 a $2500. Rhonda rodeó a Tío Boot y se puso a cargar sus posesiones en el coche. Tucker dejó de mecerse, dejó de mirar el bosque y el cielo, dejó de oír a los perros. Las cierro de noche, para que no entre nada. —¿Te pidió ella que la ayudases? Bordeó un afloramiento de piedra caliza orientado hacia el oeste y avanzó despacio, sin apartar la vista de la roca parda moteada de sol. Era una camioneta. —Vamos a acostarnos un rato. Es solo que conozco a todos mis parientes y a todos mis vecinos y a ti no te había visto nunca. «Amazing Grace»[2]. El sombrero le quedaba pequeño y se lo inclinó sobre la frente. Se imaginaba a su marido acercándose por el jardín a grandes zancadas mientras ellos lo esperaban en el porche, Rhonda en medio, con las manos posadas en los hombros de sus hijos. El coche empezó a rodar hacia delante y él sintió un cambio abrupto cuando las ruedas delanteras rebasaron el borde de la fosa. —Arriba —dijo Rhonda—. Como desactive a mi contrabandista, se acabó el percal, para ti y para todos. El coche entró en su campo de visión, iba escorado como una barca al hacer aguas, y avanzaba sin pausa. Se metió en el coche y puso el motor en marcha, temía el largo trayecto de vuelta a la oficina. Las peleas a cuchillo las ganaba el hombre que tardaba más en morir desangrado. Los dos miraron a Marvin. No puedes venderlo ni cambiarlo. —Está en la frontera del condado. Página 50 Marvin inhaló con todas sus fuerzas, pero era como si el aire no le llegase al fondo de los pulmones. —Eso oí. Tucker aguardaba en el sombrío rodal de cedros pensando en sus hermanos. Redujeron velocidad para tomar una curva pronunciada y Tucker vio una mocasín de agua acomodada sobre las ramas bajas de un árbol. La idea enfadó a Jimmy. Una noche fría Tucker recibió una manta adicional. —No —dijo ella—. Si me echas una mano con eso, podrás quedarte una parte del dinero que saquemos en las subastas. —Lamento mucho lo de los niños. —Se refiere a si eres médico o profesor —dijo Hattie. Si deseas formar parte de este programa, tienes que asistir y pagar el precio de las entradas, los precios van desde Cuando la hembra adulta de pastor alemán se puso en celo, Beanpole la metió en un redil con un Jack Russell macho. No hablo de ayudar al Señor, tú ya me entiendes. tu cuenta bancaria
Tienen las Coca-Colas más frías del mundo. WebVíctor M. Fernández Martínez. De ser así, podría enviarlo a prisión. —Para huir de casa, señor. —No. Inspiró hondo y saboreó el aroma acre de un río. Grande como una pelota de baloncesto. —Tú y yo tenemos un problema. La llegada de refuerzos chinos a Corea del Norte había dado lugar a un estancamiento en el campo de batalla. Alzó la mano y asintió con la cabeza. Tras veinte años de servicio se retiró y volvió a las colinas con su tercera esposa y un niño pequeño. Mi pelo es tan espeso que repele el agua. Murió en silencio. —¿Quieres decir que era divertido? WebHOY CHAPA TU MONEY EN VIVO. Cuando seas lo bastante mayor, tú y yo saldremos ahí fuera y pondremos algo de carroña para cuervos en la carretera y esperaremos a que pase. —le preguntó Tucker a Rhonda. Estás cuidando muy bien de ella. Beanpole comprendió que se hallaba en completa desventaja. Se culpaba a sí misma y temía que él también lo hiciera. Pero esta vez no te cortes. Una gallina que estaba picoteando el suelo se alejó como si de pronto se hubiese acordado de una tarea importante. Tucker fue dejando atrás ramas retorcidas con hojas aún temblorosas por el paso de Jimmy. —Sí. Más quince mil al contado en cuanto salga. Los futuros cachorros mestizos vendrían de un padre valiente y una madre feroz. —dijo Shiny. Marvin aguardaba impaciente, su deseo aumentaba cada vez que echaba un vistazo al reloj. Los agujeros coincidían con la parte más carnosa del fruto. Se habría liado una buena. Ella lo olió y le sonrió, esta vez con una sonrisa plena. Compró el viejo Ford coupé y lo modificó. ¿Y qué hizo? —Entonces, ¿para qué quieres un calendario? —Si es algo que no quieres que sepa el doctor Miller, se puede ir. —añadió. No. Ahora la estatal. Página 15 Se adentró de espaldas en el bosque con el tarro de aguardiente casero y la pistola. En el rincón, junto a la ventana, había una pequeña cuna. —Puede esperar aquí, si quiere. El jardín era más grande, el césped se veía recortado y uniforme. Beanpole hizo brotar a borbotones el chorro de risa al que solía recurrir para tranquilizar a la gente. —¿Quieres beber algo? Debajo del segundo escalón. El viento lo hacía oscilar y se agarró a un puntal. —Abre la guantera —dijo Freeman. —¿Se la reventó o se hizo un rasguño? —Oh. —Sí. —¿Pero es que aún te queda fuelle? Tucker fue una vez a visitarlo con su madre y se quedó horrorizado al comprobar que vivía en peores condiciones que los pollos que Página 70 había matado. Cuando los neumáticos traseros se despegaron del suelo, Tucker empujó el coche de nuevo hasta que se deslizó del gato hacia delante y se hundió un poco más en el agujero. Jimmy asintió. —Es por mi cabeza. Se acordó de que su padre estaba en casa y avanzó en silencio por el estrecho pasillo hasta el cuarto de Jo. —¿De verdad lo piensas? El humo se abriría paso por las cavidades de la gruta y por las galerías interconectadas de la mina y sería muy difícil rastrear su origen. Y tampoco lo tendrá oculto en un cobertizo. Contempló las pocas estrellas visibles entre las copas de los árboles. ¿Significaba eso que cuando tuviese sesenta se sentiría como un anciano de noventa o se doblaría a ciento veinte? Al bebé. —¿Que no llevas calzoncillos? Bueno, vale. Jo abrió la puerta. Las picaduras de los avispones le habían dejado la cara cubierta de ronchas. Rhonda lloró durante unos minutos, hacía años que no lloraba así. Tucker Página 28 evitó mirar a la chica medio desnuda. Página 27 —Eres un cabronazo honesto —dijo el hombre—. —No pienso robarle a mi tío. Tu madre me despellejará vivo como te haga trasnochar. Se me han hinchado ahí abajo como dos calabazas. —Ayúdeme —trató de decir, pero de su boca solo brotó sangre. Un dolor agudo se expandió por todo su cuerpo. Lo mataron en un tiroteo y me tuve que buscar una nueva vía para cruzar el río. Se lanzó colina abajo para tomar un atajo a través de un zarzal que conducía a un campo abierto. Se había ocupado del reparto de alcohol ilegal durante los últimos coletazos de los años salvajes, se había ganado el respeto de Tío Beanpole y tenía una reputación de honor y dureza. —Casi —dijo Hattie—. Ella estaba apoyada en un montón de almohadas, leyendo los libros que le habían prestado los profesores. —¿Quiénes? Si la corrupción produce indignación en la población, esa indignación no se traduce en una motivación directa para la protesta y la movilización ni tampoco en demandas específicas. La carretera describió a continuación tres curvas cerradas antes de encarar un tramo recto. Tucker quería decir algo, pero no sabía qué y tenía miedo. Tío Boot se rio, un sonido brusco que dio lugar a una tos ronca. No tenía techo. —¿Ya han descargado? Nunca había entendido a la gente que dedicaba tanto tiempo a cosas inútiles. —¿Qué tal esa pierna? outline: none; Esta vez sí ha habido papeleo. —Esta vez dos. Pero tú no. WebChapa tu casa es el portal inmobiliario que te ayuda a cerrar la brecha entre los grupos de interés del sector inmobiliario, acercando a las personas (compradores y vendedores) … Parecía estar buscando algo y cuando Jimmy se lo preguntó, Tucker dijo: —Cambio. Extinguió la fogata con arena, se encendió un Lucky y se recostó. Saltó a un lado favoreciendo la pierna herida y el hombre sonrió con indolencia, una visión aterradora. —El puente se lo llevó la corriente —dijo Rhonda. —¿Y eso por qué? —Se lio con una mujer y primero disparó a su marido. La luna estaba en fase menguante, apenas se la veía, era como si le hubiesen metido un bocado. —Dime una cosa —dijo el conductor—. Jimmy se paró en seco, con la espalda arqueada y los talones alzados, como si se hubiese quedado congelado. Aunque los truenos lo despertaron varias veces, la lluvia le producía un efecto sedante. —De haber estado presente, habrías hecho algo por lo que habrías acabado igualmente entre rejas. Alzó la mirada hacia Hattie, sus ojos oscuros, confiados e inquietos—. —Mantente agachado —le dijo. Tucker dejó que el coche se deslizase hasta el arroyo. La atmósfera recuperó la calma. Lo siento. Añadió mentalmente un cucharón metálico a la lista de necesidades para la siguiente visita. El parachoques reflejaba el cielo. Se casó con un leñador y tuvieron tres hijos sin ninguna discapacidad cognitiva. El hombre cumple su condena y vuelve a casa. ¿Por los perros comunistas? Desde que tenía uso de memoria, su padre se iba y volvía a horas impredecibles y la duración de sus ausencias nunca era la misma. —dijo el coronel. Página 34 —No está en venta. —Está empezando a aprender. Jo la escuchó en silencio. Lleva aquí desde que papá enfermó. Las luciérnagas destellaban a baja altura. Tucker repitió la finta dos veces más, apartándose en Página 109 un giro, desequilibrando el ataque del motero. Tucker se encontraba en la primera fila de los mejores —los francotiradores, los artilleros, los que estaban a cargo de los fusiles automáticos Browning, los expertos en combate cuerpo a cuerpo y los granaderos especializados—, todos con su uniforme de camuflaje bajo un sol pálido. El siguiente intento de Shiny se acercó a la botella. Alzó el labio superior en un gesto de desprecio al ver que había siete hombres que no habían levantado el brazo. Su lugar. Página 38 Tucker miró el río calibrando la veracidad de sus palabras, tratando de imaginarse cómo demonios se podría agarrar un río. Su madre nunca se recuperó de aquella visita y comenzó su gradual declive hacia la muerte. No hay ninguna razón para expulsarlos de su hogar. recuerda crear tu cuenta
Shiny asintió. Una hoja de álamo extraviada, ya amarillenta y quebradiza, sobrevolaba el jardín. Tendrás la mejor pajarera del mundo. Aún no lo he comprobado. —Gracias —dijo la chica, su voz era apenas un tímido balbuceo susurrado. Se sentía traicionado y acorralado. La luz de la luna iluminaba la cumbre y Tucker avanzó por la cresta como si hubiese un camino, bordeó tres valles, dos riachuelos y un arroyo seco de agua pluvial. No estaba firmada, testimonio de la desconfianza de Beanpole hacia las fuerzas del orden. Metió la marcha atrás, reculó en semicírculo y, acto seguido, maniobró para encarar el camino principal. Nadie está diciendo tal cosa. —Exacto. Yo siempre lo llamé Cabeza Plana, como el malo de las historietas de Dick Tracy. No le jodas más. Condujo con mucho cuidado, procurando permanecer a horcajadas del hondo surco que había dejado la lluvia en mitad del camino. Había sido necesario mucho politiqueo por su parte para poner en marcha la creación de una pequeña unidad especializada de paracaidistas. —No tenemos teléfono —dijo Jo. La luz del día se filtraba por los agujeros herrumbrosos del parachoques y llevaba una matrícula de Ohio sujeta con alambre. Es capaz de reproducir diseños complicados con trozos de tela. Freeman lo señaló con la pistola. No habló, se limitó a conducir. Y ahora mismo, en algún roble del bosque, habrá una ardilla papá contándole a su hijo cómo se hace. Los muebles maltrechos le resultaban familiares, pero no el contorno de las paredes ni la disposición de la casa. Le preocupaba que eso ya no pudiera remediarse. El servicio de tasación de … Finalmente, se inclinó por encima de su macuto y le abrió la puerta. Jo besó a su padre y volvió a meterse en la casa. —Ningún panal vale tanto. Beanpole ladeó la cabeza y habló dirigiéndose al techo, con voz lenta, esforzándose por poner en cada palabra un énfasis de lo más tranquilizador. Tucker se había puesto a olisquear el linóleo desgastado del suelo como un cerdo cuando Jo y Rhonda entraron en la cocina. Si a Ohio le daba por atacar a Kentucky, lo primero que haría cualquiera de los dos bandos sería volar aquel puente por los aires. Página 58 —Ya lo sé —dijo Jo. —¿Prometido o algo por el estilo? Menéalo por la derecha, luego tira fuerte. 1era fecha de CTM: Chapa Tu Money!!! Estaba cubierto de sudor. —Una madre con melancolía severa —dijo él—. Será como cuando viajo por trabajo. —preguntó. Tucker se lo arrebató con destreza, le rompió el brazo y se sentó a comer. Encendió un cigarrillo y se lo pasó. Tucker cerró los ojos y aguardó a la escucha el regreso de Jimmy, tratando de predecir el momento en que abriría la puerta. Rhonda nunca se lo había contado a nadie porque sabía que nadie iba a creerla, y dormía con un pica hielos oculto bajo la almohada. Rhonda esperó estación tras estación, contándole a su hijo historias sobre su padre para que no se olvidase de que tenía uno. Es una manera de decir que estaba en un centro penitenciario. Jamás habló de Beanpole, aunque algunas noches, sola en el porche, no podía evitar rememorar los primeros días de su noviazgo. El insecto se echó hacia atrás y se hinchó, expandió el tórax y distendió las alas como disponiéndose a atacar. Cuantas más se tuviesen, más posibilidades habría de conformar un todo. Este echó la cabeza hacia atrás, se desplomó sobre el suelo de tierra y vomitó. —Es para protegerlas. Lo mejor del funeral de su padre había sido viajar en el asiento de atrás de aquel coche, endomingada, con la esperanza de cruzarse con algún conocido. En el piso de arriba, Jo estaba acurrucada de lado, con las rodillas contra el pecho. Bueno, podemos hacerlo en un avión, pero yo he visto aviones estrellarse. Fue tu sobrina. Rhonda, dormida, resultaba arrebatadora, la cara relajada, los labios ligeramente separados. Tucker se despertó hambriento en Kentucky, desorientado, creyendo por un momento que los montes y el denso bosque eran los vestigios de un sueño y que seguía en Corea. —No veo ningún martillo. —Pero si llevases uno, ¿de qué color sería? —Eh —dijo Tucker—, si tienes carraspera, ven aquí a toser. Tucker le había dado un susto, pero al girarse se dio cuenta de que no era más que un crío. —Eso no tiene nada que ver. En pocas semanas la ardilla embestida daría a luz, igual que Rhonda. —No. Entre las … —dijo Marvin. —dijo Tucker. Los rasgos de su rostro bronceado se habían vuelto rígidos, como si su piel fuese una red que le estuviese comprimiendo el cráneo. —Por amor de Dios —dijo él—. Medía casi dos centímetros y medio y lucía marcas blancas y negras en la cabeza. Shiny se echó a reír y empezaron a imitar diversos animales, copiando sus sonidos y sus formas de comer. O puede que lo hubiese entendido al revés y fuese por eso que los hombres viviesen menos. Lo mismo Cabra o Sicómoro, lo que se os ocurra. —Vi un gato viejo con la cola cortada en la linde del bosque —dijo—. Me gustan los estanques. —dijo Tucker. —Yo tuve una tía que estudió para maestra —dijo Rhonda—. Pongamos que tiene niños pequeños a los que alimentar. En su ausencia, Tucker se encerró aún más en sí mismo al tiempo que intensificó la vigilancia. —¿Dices que eres un Tucker? Había una escoba apoyada en la puerta mosquitera. Pero si te atas unos palos a las piernas, llegarás perfectamente a los pedales. —Oí que tuviste algún problema allí dentro —dijo Beanpole. 14 de enero 2023 - 31 de diciembre 2023. Shiny lanzó una muy desviada. —Tenemos que seguir hablando un ratito con tu madre —le dijo—. Jimmy asintió. Marvin abrió una carpeta desgastada sobre sus rodillas. —Yo quiero peces de tierra[3] —dijo ella—, ¿todavía no pican? —No lo decía por eso —dijo ella—. ¿Estás bien? En la penumbra creciente del crepúsculo, la luz de la cafetería se derramaba sobre el suelo de cemento que las heladas habían agrietado y deformado. Regresó junto a Tío Boot, le puso una mano en la nuca para sostenerle la cabeza y le ofreció un sorbo de aquel brebaje. Su red de sobornos abarcaba dos estados e incluía sheriffs, alcaldes, agentes de policía, guardias de prisión, magistrados, un par de médicos, tres jueces y varios curas. —¿Y eso por qué? Beanpole se levantó y le tendió su mano carnosa. Página 2 Chris Offutt Noche cerrada ePub r1.0 Titivillus 01.06.2021 Página 3 Título original: Country Dark Chris Offutt, 2018 Traducción: Javier Lucini Editor digital: Titivillus ePub base r2.1 Página 4 Para Melissa Allee Ginsburg Página 5 Índice de contenido Cubierta Noche cerrada 1954 Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 1964 Capítulo 5 Capítulo 6 1965 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 1971 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Epílogo Agradecimientos Autor Página 6 Regresé a casa a por mi familia, con la determinación de mudarnos lo antes posible a Kentucky, lugar que considero un segundo paraíso, a riesgo de perder mi vida y mi fortuna. El modo de actuar de Tucker demostraba que era una mierda pinchada en un palo, y así habría sido de tener una pata de palo. Él bajó el brazo apreciando la lealtad de la chica, sorprendido ante su disposición a hacerle caso. —En Morehead —dijo Shiny. Eso significa que no lo tiene enterrado en el jardín. Chapa tu money. Analysis and reporting is a breeze with Tableau, which comes a preconfigured report library, included for all cirrus customers. Puso el motor en punto muerto y lo hizo rugir pisando el acelerador para mantenerlo al ralentí. —No, no lo sabes. —¿De verdad es el sheriff? Se le agitaron un poco los hombros; la risa era incapaz de abandonar su cuerpo. —En el cole dijeron que un perro ha viajado al espacio. Satisfecho con el resultado, aseguró con fuerza el nudo corredizo. Página 115 Tucker se dio la vuelta y se alejó por un pasillo poco iluminado entre recipientes metálicos repletos de accesorios para tuberías. —No salió bien —dijo Beanpole—. —dijo Marvin. —¿Perdón? sin salir de tu casa o trabajo. WebEl programa de Youtube ‘Chapa tu Money’, que es conducido por los polémicos comediantes Ricardo Mendoza y Jorge Luna, tiene miles de seguidores que realizan … el tipo de cambio,
Beanpole se plantó en lo alto de los escalones de ladrillo. El primer escalón estaba bajo y los demás variaban de altura. Anhelaba el roce áspero de la cara de él Página 127 en su cuello, el tacto de sus dedos callosos recorriéndole los hombros, los brazos y los muslos. Al cabo de un rato, Rhonda le pidió a la niña que fuese a ver si sus hermanos estaban bien. Suspendida de un par de ganchos bajo la ventana con panel había una escopeta de cañón recortado. Rhonda apoyó las manos en los brazos de la mecedora y se puso en pie sin mucha energía. Dijeron que tú eras el motivo por el que iban a por mí. La Cúpula La Cúpula, Jr. Gamaniel Blanco 400., Cerro de Pasco, Pasco. Ella le metió otras tres patadas, luego se sentó en el estribo del coche para recuperar el aliento. —dijo Tucker. 1. siguiente. Cinco años y medio era tiempo más que suficiente para que los perros lo hubiesen olvidado y no quería tener que enfrentarse a sus propios animales. —volvió a decir Beanpole. Por el parabrisas vio caer un rayo sobre un haya. —¿Quieres recuperar algo? Se subió a la espalda de la pequeña, se agarró con fuerza con las patas delanteras y comenzó a sacudir sus diminutas caderas. Las ramas de los árboles rasparon la carrocería al tomar una curva cerrada. Y no hay más que hablar. —Un hombre ha de ser libre, ¿o no? Se acercaba el momento, a lo sumo un par de días. —Bueno —dijo Tucker—, tienes a Joe-Eddie. Tucker se adentró en el bosque y la vio regresar a la cafetería. —No —Shiny contestó muy rápido y apartó la vista. Marvin se unió a ella. El agua se evaporaba a diario, tal y como evidenciaba el borde de tierra fresca que rodeaba las charcas. De niño había recorrido miles de veces aquellos parajes. —Usted no puede predecir el futuro. Si paraba, perdería el impulso. Murió mientras dormía a la edad de ciento uno o puede que ciento tres años. Beanpole capturó una culebra y la arrojó al recinto cercado del terrier. Así que le agradecería que siguiese su camino. //